viernes, 27 de marzo de 2009

PONENCIA DE GUILLERMO TEILLIER EN MEXICO


PONENCIA DE GUILLERMO TEILLIER, PRESIDENTE DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE, EN EL XIII SEMINARIO INTERNACIONAL DEL PT DE MÉXICO: “LOS PARTIDOS Y UNA NUEVA SOCIEDAD”.

Estimadas compañeras y compañeros:

En primer lugar quiero agradecer la invitación que nos ha hecho el Partido del Trabajo de México, que nos permite asistir a este magnífico Seminario, conocer experiencias y elevar, con los triunfos obtenidos por los pueblos en la mayoría de los países latinoamericanos, nuestra decisión y convicción para seguir adelante con nuestra propia lucha.

Aquí se ha calificado al gobierno de Chile como un gobierno de centro izquierda. Tal vez, a algunos los lleve a establecer este carácter por el hecho de que la actual Presidenta es una militante socialista de una trayectoria de lucha anti-dictatorial, cuyo padre, un General de la República, murió mientras estaba encarcelado por la dictadura. El hecho de ser la Primera Presidenta de Chile abrió además muchas expectativas en nuestro país y en América Latina.

Es necesario que ustedes conozcan una serie de hechos para que saquen sus propias conclusiones.

Después del golpe de Estado, del año 1973, que significó la muerte de nuestro Presidente Constitucional Salvador Allende, quien luchando en La Moneda, por lealtad a los trabajadores y a su pueblo, hasta el último momento de su vida, nos legó una magnífica experiencia de entrega y de planteamientos, que impregnan las luchas actuales de nuestros pueblos, se produjo la consolidación de la dictadura mediante el crimen político y la violación sistemática de los derechos humanos. Esta etapa culmina el año 1980, cuando la dictadura impone un plebiscito, sin registro electoral, mediante la amenaza omnipotente de efectivos armados en las mesas, que fueron los que contabilizaron los votos sin ningún otro control, y que además usaron marcas corporales y en los documentos de identidad, para hacer creer que ellos sabían cómo votaban los que concurrían a esta faramalla de plebiscito.

Así se instauró la actual Constitución del Estado que nos rige hasta hoy. Es quizá la única Constitución en el mundo que garantiza sólo privilegios para la gran empresa privada y las transnacionales, dejando al Estado desprovisto de la facultad de emprender iniciativas productivas, pues lo prohíbe. A cambio, sólo menciona los derechos a la salud, a la educación, a la vivienda y otros, pero no los garantiza como Estado.

Esta Constitución crea la base de la institucionalidad, que en la práctica hace imposible la modificación del modelo económico en el actual sistema legislativo chileno, porque su base es un sistema electoral binominal que excluye a las fuerzas de izquierda y a los trabajadores del Parlamento y por consiguiente establece una sobre representación de la derecha, que aunque obtiene alrededor del 35% de los votos, alcanza casi la mitad de los parlamentarios, lo que unido a la disposición que exige quórum calificado para la reforma de leyes de rango constitucional, hace que la derecha tenga en sus manos el candado que impide avances democráticos y de justicia social.




A esto hay que agregar la falta de voluntad política que han tenido los gobiernos de la Concertación para llevar adelante una lucha decidida por abrir esos candados, con alguna excepción del actual gobierno.

Establecido el rumbo neoliberal la dictadura aplica una política de shock, despidos masivos, rebaja de salarios, quiebra de empresas medianas y pequeñas, desmantelamiento de la industria manufacturera, privatizaciones, apertura económica al exterior, facilidades para el ingreso de capitales para la explotación de riquezas naturales, desnacionalización paulatina de la industria del cobre, descuento del 10% a las pensiones para pagar la deuda de la banca privada. Todo ello con la profundización de la atomización de la organización sindical, el despojo de tierras a los pequeños propietarios favorecidos por la Reforma Agraria, la represión y la violación a los derechos humanos.

El pueblo no se cruza de brazos. El año 1982 se produce lo que se llama la Primera Marcha del Hambre y desde los años 1983 hasta el año 1987 se producen las grandes protestas nacionales que cuestan la vida a muchos compatriotas, pero que unido al despliegue de la política de rebelión popular, que incluye formas de confrontación armada, debilita a la dictadura a ojos vista del imperialismo norteamericano, que fue quien impuso el golpe. Esto lleva al gobierno norteamericano a provocar, el año 1985, el consenso entre representantes de la derecha pinochetista, de los actuales Partidos de la Concertación y los militares, para una salida pactada, acordando avanzar con la institucionalidad impuesta por la dictadura, dirimir la continuidad o no de la dictadura mediante un plebiscito informado, para el año 1988. Este consenso se aboca a desmantelar la lucha popular y deja expresamente establecido que los comunistas y todos quienes llevaban adelante la rebelión ante la dictadura, acuerdo que no conocíamos entonces, pero que fue ratificado en una Editorial de El Mercurio hace un par de meses.

El año 1988 gana el NO, con un programa de gobierno muy avanzado, que promete nueva Constitución, recuperación de riquezas, fin a las privatizaciones, reforma electoral, derechos de los trabajadores.

El año l989, se elige el primer Presidente de la transición a la democracia, la izquierda, mayoritariamente y nosotros incluidos, votamos por él, así como habíamos votado por el NO. Hay que reconocer este hecho como un triunfo del pueblo sobre la dictadura, el que fue amañado, porque el Programa es dejado de lado y se produce la decisión de la Concertación de seguir el camino de la salida pactada, con la Constitución pinochetista y profundizando medidas neoliberales, acentuando las privatizaciones, la desnacionalización del cobre y sin corregir la grave falta de derechos de los trabajadores. Hay indudable desarrollo macroeconómico, pero con una desigualdad superlativa y con ganancias estratosféricas de las transnacionales, las del cobre el año 2008 se llevaron casi 25 mil millones de dólares casi sin pagar impuestos. Chile es el primero en firmar un TLC con USA y varios otros, con la concepción de que es el camino del progreso y la manera, hoy, de enfrentar la crisis.



La crisis, en los primeros meses, ya deja 300 mil cesantes en los principales rubros exportadores y en la construcción, la banca, los supermercados, la minería del cobre, la industria forestal, la salmonera. Es posible que en cifras oficiales, siempre maquilladas, se supere el 10% de desocupación, unos 800.000. Hay sólo medidas de subsidio, para palear el impacto, pero no medidas de fondo que indiquen un nuevo camino de desarrollo, al contrario, las medidas se toman en los marcos del neoliberalismo para salvar el modelo.

La pérdida de los fondos previsionales, 27 mil millones de dólares, casi un 35% del total, no ha tenido ninguna respuesta del gobierno respecto de las transnacionales que administran estos fondos, al contrario, al plantear la aprobación de seguros de desempleo, como una manera de proteger a los trabajadores, la nueva ley autoriza a las empresas aseguradoras para invertir estos fondos en el exterior, en estos días de crisis y de robo es descampado de los fondos de los ahorrantes previsionales. Todo lo contrario del gobierno de Argentina que resolvió estatizar la administración de los fondos previsionales.

Ello ha provocado una crisis al interior de los Partidos de gobierno, desprendimientos hacia la derecha desde la DC y el PPD y salidas hacia la izquierda desde el P. Socialista. Esto abre condiciones para provocar la ruptura del consenso del poder entre la derecha y la Concertación.

En el gobierno de la Concertación y los Partidos que lo apoyan ronda el fantasma de la derrota a manos de la derecha, que saca ventajas del consenso. Por ello la crisis política en ciernes, porque no es valadí la disyuntiva, o seguir con lo mismo, sin cambios o de maquillaje, o avanzar a la búsqueda de respuestas distintas ante la crisis y la situación de descontento larvada en el país, so pena de perder el gobierno y abrirle paso al regreso del poder absoluto de la derecha.

Este peligro y estas contradicciones llevan la mirada hacia la llamada “la izquierda extraparlamentaria”, que se ha consolidado en los últimos procesos electorales en un 9% de la votación, a pesar de estar excluida de llegar al Parlamento. Pero esta es una votación que sin duda decidirá la próxima elección presidencial y parlamentaria.

Nosotros como izquierda, como Juntos Podemos Más, conformado por el P. Comunista, el P. Humanista y el P. Izquierda Cristiana, y otros movimientos y un importante número de organizaciones sociales, alianza ahora fortalecida por la llegada de los socialistas allendistas y la contribución de la Nueva Izquierda, constituida por jóvenes de izquierda independientes, ha acordado elegir un solo candidato a la Presidencia de la República, con un sólo Programa, para la campaña presidencial, para la campaña parlamentaria y como herramienta para la unidad y la lucha del movimiento político social que se amplía día a día. La elección del candidato único se hará mediante una consulta popular por la base, en cada comuna, abierta a todos los que estén por una alternativa a la institucionalidad y al modelo económico neoliberal, las que discutirán un Programa y elegirán delegados de manera democrática a una gran Asamblea Nacional que se realizará el 18 y 19 de abril y que elegirá al candidato único y comprometerá a éste con el Programa formulado desde la base. Todos los aprestos programáticos de las distintas vertientes que confluyen a este acuerdo son coincidentes o muy cercanos a los que recientemente ha debatido la Central Unitaria de Trabajadores, que es una plataforma política y reivindicativa, de unidad, de respuesta al neoliberalismo, a su crisis, y como una exigencia de derechos laborales.

Un punto relevante es que la Asamblea Nacional para elegir candidato único y aprobar el Programa se realiza 2 días después del Paro Nacional al que ha llamado la Central Unitaria de Trabajadores. Las asambleas y las consultas por la base tendrá también el propósito, de un sólo impulso, llegar a definiciones políticas y al mismo tiempo fortalecer, apoyar y participar de las luchas de los trabajadores, los estudiantes, los pueblos indígenas, las mujeres, los hombres y mujeres de la tercera edad, en especial a las mujeres, a los que luchan por los derechos humanos, por verdad y justicia.

La presencia de esta alternativa de izquierda que se ha fortalecido y lo que significa su votación y relación con el movimiento social, incluyendo en ello la posibilidad de definir la próxima contienda electoral, es que el Juntos Podemos Más ha determinado buscar un pacto electoral instrumental parlamentario con los Partidos de la Concertación, con el objeto de abrir así espacios para la izquierda en el Parlamento mediante los doblajes en los distritos y la derrota de candidatos de derecha. Se podría llegar a constituir una nueva correlación en el Parlamento, lo que no significa la introducción mecánica de reformas que sirvan al país y a los trabajadores, pero que si se logran convergencias sobre objetivos que interesen para la lucha hacia los objetivos de cambios y estos son exigidos por la unidad y la lucha del pueblo, es indudable que estaríamos logrando un instrumento de lucha adicional para provocar la ruptura de los consensos en el poder entre la Concertación y la derecha. En ningún caso se trata de un pacto de gobernabilidad. Y está claro también que los electores de izquierda no aceptarán votar por la Concertación en segunda vuelta si no se concreta el pacto que termine con la exclusión.

Podemos concluir que el gobierno de Chile, independientemente de posiciones positivas que ha tenido frente a los nuevos vientos integracionistas que priman en América Latina, que debemos valorar y también de la posición adoptada por la Presidenta de la República de favorecer el fin de la exclusión, llegamos a la conclusión, que sí, es un gobierno de centro izquierda, pero amarrado a los marcos de una institucionalidad neoliberal, sin ningún propósito de cambios. Por ello nuestros objetivos, los de la izquierda chilena, son de alternativa al neoliberalismo, de cambios profundos, con el propósito firme de alcanzar un gobierno de Nuevo Tipo: Democrático, Nacional y de Justicia Social, en el camino de las tendencias que hoy priman en América Latina.

Es un camino que puede verse favorecido por la crisis y el desplome del neoliberalismo, la forma actual del capitalismo, mediante la unidad de las fuerzas de izquierda, la movilización social y la proyección de un camino que abra las puertas a la participación del pueblo y a su fortalecimiento con el aporte de nuevas vertientes que, producto de la crisis política, se unen al camino de la democracia, la justicia social, con ideas de igualdad y de derechos humanos, que en última instancia son elementos constitutivos del fortalecimiento de las ideas del socialismo que se proyectan luminosos hacia el futuro.


Ciudad de México, 21 de marzo 2009

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